LA CAJA DE MÚSICA. Compañía Teatrejo

Alguien que sabe mucho de teatro dijo: “los críticos son esos que, si les enseñas la luna, te miran el dedo… y en concreto la uña, para adivinar exactamente cuándo te la cortaste”. Bien, quedan avisados. Ahora entro en el tema.

La compañía Teatrejo está compuesta por un elenco de actrices y actores como la copa de un pino. Grandes, grandes, grandes pese a su corta edad. Lo demostraron ayer en “La caja de música”. A través de una metáfora muy plástica pudimos contemplar el tránsito de la niñez a la madurez por el que pasa todo ser vivo, en un recorrido de aventuras personales diversas, bajo una atmósfera onírica muy bien lograda. La muñeca de la caja de música se atreve a dejar la seguridad de ese espacio para aventurarse en el proceloso mundo de la vida a plein air. El material está servido. Director, actrices y actores no dejaron pasar esa oportunidad y pudieron lucir sus mejores dotes. Profesionalidad, rigor, cualidades innatas… Todo eso pude ver sobre el escenario. La muñeca, Nino, el león, el payaso, la sirena, el maestro… Trabajos de altura. La música en directo redondeaba la cosa con unas melodías seductoras que acompañaban muy bien los tránsitos.

Aunque hubieron algunos “pero”. La escenografía, por ejemplo que, aunque austera, plantea momentos en los que hay un tránsito excesivo de elementos por el escenario. Algunas de las escenas se hacen extremadamente largas pese al contenido del texto y el buen hacer de los personajes. Me sonaba demasiado a “El Principito” y a “Alicia en el país de las Maravillas”, sin llegar en ningún momento a la brillantez de esos textos. ¿Por qué se me indigestó, pues, la obra?

El texto. El texto me resultó pedante, endiosado, como que el autor quisiera demostrar su virtuosismo en el manejo de las palabras y el amplio dominio de su vocabulario, a costa, claro, del buen ritmo y la agilidad del espectáculo. De hecho, este texto de Alfonso Zurro es tomado como material didáctico en los ciclos de la educación secundaria obligatoria. No pasa de eso, un ejercicio de estilo no apto para una compañía en busca de la profesionalización. A no ser… ¡Que se prescindiera del texto!

Oh, sí! Mientras contemplaba la obra me la imaginaba sin texto, sólo gestos, con la música como elemento más participativo… Y disfruté imaginándola, disfruté mucho al inventarme a ese grupo de muchachas y muchachos metidos en ese berenjenal. Entonces me dejé llevar y sentí un íntimo placer, hice clic en el botón del sonido y apagué las voces, acentué gestos y expresiones, aceleré el visionado… Y el conjunto me gustó. Lástima que lo que me gustó sólo estuviera en mi imaginación, no sobre el escenario.

La compañía Teatrejo, con su director al frente, me parece una gran apuesta de futuro para el teatro canario. De lo mejor, diría yo. Son auténticos animales de escena. Su director sabe manejar a la perfección los cuerpos y las voces de esas criaturas, y también sabe interpretar las escenografías. ¿Qué más se puede pedir? ¿Para cuándo la puesta de largo y el paso a formar una compañía profesional? Hasta tal punto lo veo y lo siento así, que me fascinaría participar en el proyecto. Esta es mi declaración de amor hacia ese grupo de personas. Más no puedo decir.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Les falta mucho trabajo por delante. Cómo grupo aficionado también les falta. Pero ánimo y a trabajar mucho. Lo siento no comparto la opinión sobre la obra. A mí no me gustó nada.

Anónimo dijo...

Cualquiera diría que tanto la crítica de Todo Teatro como la opinión de Laura son productos de unas mentes escindidas.
Sobre la opinión de Laura, no sé cómo dice no compartir la opinión de Todo Teatro sobre la obra y a la vez mantener que no le gustó nada: ¿no es eso es lo que viene a decir la crítica de Todo teatro? Pero lo curioso es que no centra su ataque en la obra, sino en la labor teatral del grupo. Cualquiera que haya visto La caja de Música o El circulito de Tiza se dará cuenta inmediatamente que en la opinión de Laura se entrevé la envidia propia de un ganapán de las tablas, de uno de esos profesionales (que tanto abundan) que, en vez de sonriojarse por la escasa calidad de su trabajo (estoy pensando en representaciones tan pobres como Canarias o El Cerco de Leningrado), optan por dar una palmadita en la espalda cargada de desprecio y veneno a quienes le ponen en evidencia su propia mediocridad.
Sobre la crítica de Todo Teatro, he de decir que, a pesar de que algo comparto con ella sobre la obra (premio, por cierto, de la SGA) y, sobre todo, sobre el buen hacer del grupo y de su director, no acabo de entender cómo se puede poner tan verde una obra y, a la vez, hablar tan bien de su representación. La obra es melosa, conformista, incluso sumisa con la institución de la Pareja, sí, pero es una obra de teatro, es una máquina teatral. Es cierto que el éxito del que ha gozado desde que se publicó deriva en parte de su planteamiento dulzón (bastante mitigado, dicho sea de paso, por la astucia del director de escena), pero también de la propias cualidades dramáticas del texto. En dos palabras: no se puede hacer muy bien una obra muy mala: si la representación es tan buena como la del Teatrejo, el texto tiene que contener algunas virtudes. Las apreciaciones de Todo Teatro sobre la escenografía creo que hay que calificarlas como delirios personales de alguien que probablemente ha elaborado su crítica a base de retazos tomados de aquí y de allá.

Sarichi dijo...

Pues a mi esa obra me parece una cagada de lo mas pastelosa.

Pablo dijo...

Y a mi colega. y se hace mas larga que el carajo